“La prensa no tiene mucho éxito en decir a la gente qué tiene que pensar pero sí lo tiene en decir a sus lectores sobre qué tienen que pensar” (Bernard Cohen, 1963)
Esta frase supuso el punto de partida para una investigación sobre la influencia de los medios en la sociedad. Una teoría continuada y fijada por Maxwell McCombs, padre de la “agenda setting function”. En español se utiliza el término “agenda temática” u otro que va un poco más allá: “tematización de la realidad”. Como nuestros sentidos son limitados, necesitamos de los medios para hacernos una idea más extensa de la realidad. Con la selección de los temas que nos ofrecen, los medios no reflejan la realidad sino que la crean.
Según McCombs:
Las agendas o temas considerados relevantes por los medios pasan a ser subrayados también en las agendas de la audiencia. Las personas no sólo reciben información a través de los medios sobre determinados temas o asuntos que ocurren en el mundo y son considerados prioritarios, sino que también aprenden de ellos la importancia y el énfasis que les deben dar.
La teoría va a la misma raíz de la que salen los productos informativos. La primera labor de los medios es conformar la agenda de temas a tratar. Basándose en conocimientos aprendidos del oficio, en sus propios criterios personales y en las directrices del medio en el que trabajan, cada día los profesionales buscan informaciones para luego incluir y/o excluir algunos temas. El siguiente paso, tanto o más importante, es jerarquizar dichas noticias. Eso se hace ya desde el origen, al asignar determinados recursos para ‘cubrir’ tal o cual tema, ‘olvidando’ otros.
Estoy hablando de crear una realidad seleccionando noticias veraces y tratadas con cierto rigor informativo. Ni hablar de noticias inventadas por el TDT Party o tertulias de finos analistas ‘sobrecogedores’, que un día están aquí y el siguiente allá. Sobre eso les recomiendo el último artículo del maestro Pérez-Reverte, que, cuando se pone, lo explica muy clarito y muy bien.
Jerarquización, lo importante es lo importante
Así los ciudadanos jerarquizan la importancia de los temas mimetizando de alguna manera la jerarquía que elaboran los medios. Pero esa clasificación, obviamente, no es la única posible. Desde 1976, la Universidad Sonoma State de California estudia aquellos temas de cierta relevancia que considera han sido insuficientemente tratados por los medios o que directamente se han boicoteado. Es el Project Censored. Cada año, con una perspectiva básicamente estadounidense (lástima), elaboran una lista de noticias. Imaginen que el público estadounidense hubiera desayunado este año con estas noticias abriendo periódicos y telediarios. Seguro que la conciencia colectiva del país sería diferente, ¿no creen?
Porque la jerarquización de temas tiene un claro efecto sobre la opinión pública que tiende a transferir el grado de importancia dado por los medios sobre un asunto a su propia experiencia personal, teniendo en cuenta que siempre hay unos límites, claro. La muestra está en que tanto el poder (gobiernos y corporaciones financieras) como la oposición (movimientos sociales como el 15M) intentan influir -lógicamente en desigualdad de condiciones, los primeros son los propietarios del chiringuito- en las agendas de los medios y pugnan por aumentar su presencia en la selección diaria de noticias. Otro ejemplo que me parece paradigmático fue la pasada crisis de los controladores, cuando una cobertura mediática histérica convirtió un problema que afectaba realmente a una parte mínima de la sociedad en una catástrofe que quitó el sueño a gente que seguía igual de cómoda o incómoda en su casa, e incluso a gente que no tenía ni para comprarse un billete de avión.
En estos días en el que el periodismo en nuestro país se ha desenfocado tanto hacia la opinión (artículos en prensa y tertulias en radio y televisión) queda aún más clara la voluntad de los medios de dirigir el discurso público. Siguiendo con el ejemplo del 15M, los grandes medios pasaron, en general, del ninguneo inicial a la cimininalización, intentando evitar el asunto de fondo para convertirlo en una noticia de orden público, o de las ventas del quiosquero. Es una técnica muy habitual: la noticia es que unos/as señores/as han cortado una calle, por el motivo se pasa de puntillas cuando no se obvia directamente.
Esto es lo que la teoría ha llamdo ‘el segundo nivel de la agenda’, un planteamiento más moderno (el primero es de los 70, éste último, también de McCombs, se publicó en 1994) y que se planteaba hasta qué punto nuestra opinión de un hecho o persona se forma bajo la influencia del enfoque o del marco referencial que nos suministran los medios de comunicación. No se trata sólo de señalar un tema y no otro sino que, sobre el tema señalado, poner el foco en un determinado aspecto y no otro para moldear la opinión del público. El ejemplo serían los recientes hechos ocurridos ante el Parlament de Cataluña: se puso el zoom al 200% en un minúsculo grupo alborotador, que se convirtió así, por la magia de los medios, en el todo. El resto de personas que allí había, simplemente se esfumaron. El porqué estaban allí tampoco importaba.
Todo el contenido marca la agenda
La agenda no son sólo noticias o reportajes, también lo constituyen artículos de opinión, editoriales, imágenes e incluso la publicidad y la ficción. Todo conforma nuestra manera de ver el mundo ya que todos marcan los temas que nos preocupan, configuran nuestra realidad.
Si nos fijamos específicamente en los telenoticiarios españoles, también está clara su frivolización apresurada en la mayoría de los casos (ahora que ‘el maestro’, Telecinco, también tiene la Cuatro). Cada vez más anuncios y ¿que combina mejor con los anuncios? pues las noticias-anuncio, como el desfile de Victoria Secret, o los ‘vídeos de primera’. Los informativos se están llenando de imágenes espectaculares, curiosas o divertidas sacadas de Internet, algo siempre mucho más apropiado para vender un coche que imágenes de guerras en Libia o en Afganistán. Perdón, lo segundo es una intervención humanitaria, en qué estaría yo pensando.
Si fuera un paranoico pensaría que aparte de una voluntad de venta directa, que la hay, pudiera haber una estrategia política de distracción de los temas más espinosos para que nos olvidemos de la política y ‘nos divirtamos hasta la muerte’, como diría nuestro viejo conocido Neil Postman.
Es mu tarde así que lo dejo por hoy. Pero esto no se ha acabado, habrá segunda parte. Como diría aquél: no les amenazo, les aviso.
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