He visto en la tele Bernie (Richard Linklater, 2011), una magnífica película basada en la historia real de Bernie Tiede.
Linklater cuenta la historia a modo de falso documental lleno de humor negro con toques surrealistas y situaciones al límite de lo creíble. Probablemente la manera más acertada de contar un historia real con toques surrealistas y situaciones al límite de lo creíble.
Vean la peli, yo les contaré la historia real.
Una buena sinopsis sacada de Filmaffinity: “En Carthage, un pueblo de Texas, Bernie Tiede (Jack Black), un enterrador muy querido por toda la gente del pueblo, se hace amigo de una rica y malvada viuda (Shirley McLaine)”. El reparto de estrellas lo completa Matthew McConaughey componiendo un personaje magnético al que seguir sin pestañear ni para ir al baño.
Y también aparecen un montón de deliciosos personajes reales de Carthage imposibles de mejorar en un casting con actores.
Aviso: esto se va a llenar de spoilers. De hecho va a ser un gran spoiler. Yo soy enemigo de los spoilers, una contradicción que saltaré alegremente en consonancia con el espíritu de la historia.
Un nuevo vecino encantador
Bernie Tiede tiene 27 años cuando en 1985 llega a Carthage -un pueblo de unos 6.000 habitantes en Texas- para trabajar en una funeraria local. Ama su trabajo, es muy cuidadoso y transmite respeto y cariño por los fallecidos y sus familiares. También canta en los entierros. Es educado, afable y de carácter abierto, lo que le lleva a ganarse al pueblo en poco tiempo. Es adorable.
Linklater/Black nos los presentan como un gay armarizado (en palabras del fiscal interpretado por McConaughey) que destaca por su gusto por los musicales, su exquisito trato a las viudas y, sobre todo, por su falta de malicia y su afán por ayudar a todo el mundo.
Bernie es ya un pilar de la comunidad cuando conoce a Marjorie Nugent en el funeral de su marido Rod. Marjorie es el reverso de Bernie: la rica del pueblo, una mujer con malos modales que no se relaciona con sus vecinos más allá de cuatro gruñidos. Es la bruja malvada a la que nadie soporta. Tal vez como un reto o con otras oscuras intenciones (quién sabe) Bernie decide que Marjorie es rehabilitable y, como hace siempre con sus viudas, la trata con suma amabilidad y cariño.
Bernie y Marjorie, inseparables
El agua y el aceite se mezclan en este caso. Se inicia entre ambos una relación que se va haciendo cada vez más estrecha, para asombro de todo el pueblo. Les une el amor por la ópera y su afición a viajar. Con el dinero de Marjorie recorren medio mundo; ella le regala una avioneta y le da acceso a parte de sus cuentas bancarias.
Se hacen inseparables, en lo que a primera vista puede parecer una relación interesada. Y tal vez era así -esta es una historia repleta de grises– aunque lo que revelaron las declaraciones y documentos judiciales es que aquel abuso iba en la dirección contraria: una historia de excesos verbales y exigencias crecientes de Marjorie hacia Bernie, su chico para todo. La viuda le exigía atención constante, le compró un busca para tenerlo disponible las 24 horas del día. Bernie era solo suyo y lo maltrataba a voluntad.
Desaparecida
Hacia noviembre de 1996, la viuda Nugent dejó de aparecer por el Cartaghe. Nada raro si se tiene en cuenta que nunca se dejó ver demasiado. Y los vecinos encantados de no cruzarse con ella. A su vez, Bernie empezó a repartir dinero por el pueblo, ayudando a negocios en apuros que recibían generosos préstamos, de esos que no hay obligación de devolver. Volvía a ser el Bernie de siempre, ayudando al necesitado con una sonrisa contagiosa y viviendo de manera sencilla.
Pero al contable de la señora Nugent le escamaba que Marjorie no se pusiera en contacto con él y no se tragaba las explicaciones de Bernie Tiede. Finalmente, en agosto de 1997 consiguió una orden de registro en casa de la viuda. Y allí estaba Marjorie, en el congelador del garaje. Su cadáver se había pasado 9 meses oculto bajo bolsas de verduras congeladas.
Tiede confesó al instante. Ante la insoportable presión de Nugent un día explotó y le pegó cuatro tiros por la espalda con una pequeña escopeta para matar a los armadillos que se colaban en el jardín.
Cambio de escenario
Aquello supuso un auténtico shock en Carthage, aunque desde el primer momento la mayoría de vecinos sabía qué había que hacer al respecto. Estamos acostumbrados a ver en las películas a abogados defensores pidiendo el traslado del tribunal para impedir que el acusado sea juzgado en su propio pueblo. Se quieren evitar así los prejuicios: mala reputación, racismo o crímenes especialmente repugnantes que convierten a los acusados en culpables antes de empezar.
Aquí pasó lo mismo, pero al contrario. Bernie era inocente antes de cualquier juicio. Como muestra la película, la buena gente de Carthage le hizo saber desde el principio al fiscal que si les llamaban como jurado absolverían a Tiede. El sepulturero era el bueno y la vieja cascarrabias la mala, así que en el fondo era un asunto de justicia cósmica. Bernie no era un asesino, ni un peligro para nadie, seguramente le habían llevado al límite y tuvo un mal momento.
No podían arruinar la joven vida de su querido vecino por la muerte de una anciana de 81 años a la que nadie tragaba. Todo el mundo pensaba en Bernie Tiede, solo el fiscal lo hacía en el señora Nugent. La justicia es bastante vaporosa e imperfecta en manos humanas, como no puede ser de otra forma. Un laberinto del grises del que a veces es muy difícil salir.
Así que fue el fiscal el que pidió que el juicio se celebrara en Henderson, a unos 50 kilómetros de Carthage. El sentido común se impuso (o no, yo que se) y Bernie Tiede fue declarado culpable y condenado a 99 años de cárcel.
Giro de guión a favor
Pero la historia dará otro giro, precisamente tras el the end de la película de Linklater. En el preestreno, Jodi Cole, una abogada local, quedó fascinada por la historia y decidió ayudar a Bernie Tiede. Director y protagonista de la película pusieron dinero y Cole inició una revisión del caso mientras Bernie se hacía querer en prisión, revelándose -cómo no- como un recluso modelo, muy querido como animador de diversos talleres para los presos.
Cole descubrió que Tiede había sufrido abusos sexuales en su adolescencia. Esa revelación, unida al estrés de ocultar su homosexualidad en la Texas rural y a la relación “disfuncional” con la viuda Nugent se convirtieron en atenuantes.
Abogados, fiscal y jueza decidieron que con las nuevas revelaciones la condena de Bernie no habría llegado a 20 años. Habían pasado 16, se le concedió la libertad provisional con la condición de trabajar en el bufete de la abogada Cole y vivir con Linklater, que habilitó en el garaje de su casa.
Y otro en contra
Pero el pasado 6 de abril empezó una nueva revisión de la sentencia con un nuevo fiscal, que aportó pruebas de cómo Tiede había usado una gran cantidad de dinero de su víctima para gastarlo y enriquecer a sus amigos. También puso en duda los supuestos abusos sexuales sufridos por Bernie. Convenció al nuevo jurado, que ayer, 23 de abril, tras 4 horas y media de deliberación, volvió a condenar a Tiede.
El bueno de Bernie Tiede acaba de volver a prisión. ¿Continuará?
*Revisión. En agosto de 2017 Tiede intentó un a nueva apelación, que fue nuevamente rechazada.