Llegaron a la fiesta a poner orden, pero algo se torció. Y acabaron sancionados, claro. Suspendidos de su cargo mientras se investiga el caso. Las fuerzas armadas declaran que el incidente “es de la máxima gravedad” y que los soldados implicados “deberán aclarar las causas”.
No es para menos, háganse la idea: Hebrón, o sea, Cisjordania, Palestina. Unos jóvenes palestinos de fiesta en un local nocturno (algunas fuentes hablan de fiesta ilegal) y una patrulla de soldados israelíes perfectamente armados entra al local. Quien no conozca la noticia y haya leído hasta aquí –incluyendo lo de “la máxima gravedad” – ya imagina el final: lágrimas, sangre, heridos, algún muerto. Lo normal en estos casos, rutina en Tierra (demasiado) Santa. Lo siguiente es que unos hablen de provocación y otros de un uso desproporcionado de la fuerza y víctimas inocentes.
Pero quien conozca la noticia sabe que no es nada de eso. En los telediarios e internet hemos podido ver el video colgado en youtube que recoge la polémica escena: todos juntos bailando el Gangnam Style como si no hubiera un mañana. Y puede que por eso, precisamente, lo haya.
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