Aquel julio de 1943 hacía calor en Hamburgo, el julio más seco y caluroso de los últimos diez años. Quizás ellos no lo sabían, pero Alemania ya estaba perdiendo la guerra. Como tampoco que iban a vivir ese 24 de julio las consecuencias de la Operación Gomorra.
En febrero de ese año la derrota en Stalingrado ha supuesto el punto de inflexión. En enero, en la Conferencia de Casablanca, los aliados declaran que solo aceptarán la rendición incondicional de Alemania. La respuesta del régimen nazi es el famoso discurso de Goebbels en el Palacio de los Deportes de Berlín en el que declara la Guerra Total (Der Totale Krieg) ante una audiencia enfervorizada.
En Hamburgo saben de qué va eso de la guerra mejor que en otros lugares de Alemania. Ciudad industrial, ha sido, desde 1940, objetivo de los aviones británicos. Los aliados son cada día más fuertes y quieren acelerar el final de la guerra. Para ello deciden que además de atacar las fábricas y los nudos de comunicaciones, el objetivo principal es doblegar la voluntad de lucha del pueblo alemán.
Se trata de infundir el terror en el enemigo. La noche del 24 de julio, Hamburgo tuvo el triste honor de ser la primera gran ciudad arrasada por el fuego, nunca antes se había visto nada igual. El tristemente famoso bombardeo de Dresde, vendrá en 1945.
Visto con perspectiva puede ser considerado (como luego Dresde, Hiroshima y Nagasaki) un acto terrorista a gran escala, un crimen de guerra más conocido como Operación Gomorra.