La noche del 20 al 21 de agosto de 1942, Göran von Otter viaja en un tren hacia Berlín. Una larga noche que no olvidaría jamás. Y ya es decir para un diplomático, nieto de un primer ministro sueco, que es el secretario de la delegación de su país en la capital del Reich durante la Segunda Guerra Mundial. Pero aquella fue la noche en que conoció a Kurt Gerstein.
No hacía mucho que acaba de salir de Varsovia cuando se le acerca un oficial de la SS e inician una conversación. Supongo que empezaron con trivialidades. Entonces el tren se detiene en medio de un descampado y deciden bajarse a estirar las piernas. El alemán enciende un cigarro y de pronto la conversación cambia la vida de von Otter: “ayer vi algo horrible”, dice el SS.