Por una cuestión biológica, la memoria viva del Holocausto se apaga. Pero nos quedan muchos testimonios en primera persona a través de entrevistas o libros.
Benjamin Wilkomirski tiene recuerdos imprecisos de su primera experiencia del Holocausto, en Letonia, ya que era muy joven cuando ocurrió: un hombre aplastado contra la pared de su casa por uniformados. Era su padre. Él huye y se esconde, junto a su hermano, en una casa de campo en Polonia, pero es descubierto y deportado a Auschwitz y Majdanek, donde sufre terribles experiencias que cuenta en Fragmentos: Memorias de una niñez del tiempo de la guerra.
Las de Misha Defonseca son aún más dramáticas. En 1997 escribe Misha: una memoria de los años del Holocausto, en el que cuenta su historia. Con 8 años sus padres son deportados y ella entregada a una familia católica que la maltrata. Huye y recorre toda Europa, desde su Bélgica natal hasta Ucrania, viviendo como una niña salvaje, ayudada por los lobos.