Era la mañana del 7 de septiembre de 1779, en pleno territorio comanche, en lo que hoy es el estado de Colorado. El orgulloso jefe Cuerno Verde se había visto sorprendido por el hombre blanco que, rodeándolo, lo había atacado por la retaguardia en una acción sorpresiva. Cuerno Verde siempre había derrotado a los blancos. Eso tal vez explica que, en inferioridad numérica, contraatacara. Los blancos se dividieron en tres columnas y consiguieron empujar a los comanches hacia un arroyo. Algunos guerreros consiguieron huir pero Cuerno Verde y un pequeño grupo de fieles bajaron de sus caballos y resistieron. Allí murió el gran jefe indio junto a su hijo mayor, sus capitanes y su hechicero.
«Y no teniendo otra alternativa, desmontaron y fueron hasta el arroyo y usando los cuerpos de sus caballos como barricadas hicieron una bizarra y gloriosa defensa«, escribió el hombre blanco que lo derrotó. Había nacido en el presidio de Fronteras (actual México), hijo y nieto de vascos de Hernani. Comandaba una tropa de soldados de cuera españoles. Su nombre: Juan Bautista de Anza.
A Juan Bautista de Anza y a Cuerno Verde algunas cosas les unía antes de enfrentarse: los dos tenían padres con el mismo nombre y a los dos los mató el enemigo. Al padre de Cuerno Verde, los españoles; al de Anza, los apaches. Tiempos en que los westerns hablaban en castellano.