La tecnología no es neutral. Parte III

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La Galaxia Gütemberg

Decíamos ayer que la aparición de nuevas tecnologías, según McLuhan y Postman, proponen un cambio para el que no hay vuelta atrás. Eso ocurre, -y tal vez en mayor medida- con los medios de comunicación. Las formas del discurso público regulan e incluso dictan el tipo de contenido que surge de ellas. Un nuevo medio cambia la estructura del discurso, exigiendo un cierto tipo de contenido.

Los historiadores utilizan tres fechas para separar, en la historia de Occidente, el paso de la Edad Media a la Edad Moderna.

La primera de ellas es la caída de Constantinopla, en 1453, a manos de los turcos. Así acabó el Imperio Romano de Oriente (Bizancio) y con ello el último vestigio de la antigüedad.

La segunda es la llegada de Colón, en 1492, a tierras americanas. El mundo occidental se habría como nunca lo había hecho y demostraba su voluntad de expandirse por todo el planeta. Un hito histórico similar a la llegada a la Luna pero con mayores consecuencias: suponía el encuentro de dos civilizaciones humanas que se habían ignorado durante siglos.

La otra fecha es 1455, año en que se publica en Maguncia (Alemania) el primer libro impreso, la conocida como Biblia de Gütemberg, en honor a su inventor. El pequeño invento, nacido en un rincón de Alemania, es probablemente el hecho de mayor calado de los tres, por lo que supone de cambio en el pensamiento humano.

Johannes Gütemberg, Biblia de Gütemberg
Gütemberg y una página de su Biblia de 42 líneas, de las que se conservan muy pocas.

Porque la aparición de la imprenta trae lo que se ha llamado la Galaxia Gutemberg: una auténtica revolución en el pensamiento. La imprenta nace en un contexto de luchas religiosas en Europa entre católicos y protestantes y supone para estos últimos la posibilidad de interpretar directamente la palabra de dios. Así, ya no será necesario el médium que supone el Vaticano: el hombre y dios podrán estar en contacto directo. Por eso se impulsó de tal manera, era una de las armas protestantes más poderosas y que más daño ha hecho al Vaticano en la Historia. A ver qué consigue Internet.

Pero supone, en palabras de Postman, mucho más.

El predominio del sentido de la vista sobre los demás, la destribalización, la individualización, el pensamiento lineal y secuencialLa Ilustración y la aparición de una filosofía y ciencia laicas, el Estado centralizado… En una palabra, el mundo tal y como lo entendemos ahora. La escritura es todavía la base de nuestra sociedad y los documentos escritos son pruebas irrefutables, auténticas. Mediante la escritura se puede desarrollar mejor un pensamiento abstracto, lógico. Y a la vez es más fácil su asimilación por el receptor, que puede someterlo a una crítica detenida.

Las ideas se expanden de manera mucho más rápida. Como decíamos en otros capítulos, el mundo se hace más pequeño. Aparece el intelectual, el pensador, un individuo que puede lanzar su mensaje a mucha gente y que éste permanezca intacto. Creó, en expresión del propio McLuhan, “el Público”, ya que “la tecnología del manuscrito no tuvo la intensidad o poder de expansión necesario para crear públicos a escala nacional.“

Vale que eso no será hasta que se generalice la alfabetización, que según las malas lenguas será cuando la técnica se desarrolle de tal manera que se hará necesario que los trabajadores estudien para poder usar sus herramientas de trabajo. Pero eso es otro tema, no nos desviemos.

A partir de su expansión la imprenta ocupa todos los campos del discurso público y su influencia se extiende hasta dictar una nueva manera de pensamiento, más si se tiene en cuenta que hasta la llegada de las técnicas eléctricas de comunicación la palabra impresa goza del monopolio del discurso.

Sigo con Postman que lo dice muy bien.

“Cuando el lenguaje impreso es el principal medio de comunicación, el resultado inevitable es una idea, un hecho, una afirmación. La idea puede ser trivial, el hecho irrelevante, la afirmación falsa, pero aunque alguna vez se pueda conseguir, será difícil escribir un texto sin decir nada. Y en caso de conseguirse, esto sería rápidamente detectado por un lector medio. Todos los intelectuales que han intentado resolver la cuestión de cómo afecta en la mente el hábito de la lectura han concluido que su práctica estimula la racionalidad; que el carácter secuencial y proposicional de la palabra escrita favorece lo que Walter Ong llama el tratamiento analítico del conocimiento”.

Comprender la palabra escrita significa, por lo tanto, seguir un pensamiento, lo que requiere capacidad de clasificación y de razonamiento. Quiere decir descubrir mentiras, confusiones y generalizaciones exageradas, detectar malos usos de la lógica y del sentido común. Cosas que, por otra parte, son más difíciles de analizar envueltos en la emoción del discurso oral y aún más cuando es audiovisual. La imagen va directa a una parte diferente de nuestro cerebro.

Llega el telégrafo: empieza el espectáculo

Siguiendo los razonamientos de Postman, la llegada del telégrafo (Morse, 1833) supone el inicio de la era eléctrica en la comunicación. La aparición del telégrafo supone un avance indudable en las comunicaciones, acortando el tiempo y la distancia. El telégrafo asociado a la prensa escrita supone el inicio de ese proceso. Gracias a su aparición será posible, por ejemplo, un verdadero discurso nacional ya que la red comunicativa pone en contacto inmediato y constante a las distintas comunidades separadas en el espacio. El problema, según Postman, es que el telégrafo no solo permitiría sino que incluso exigiría una “conversación permanente” entre Europa y América pongamos por caso.

Telégrafo
Primer telégrafo receptor automático de señales (1837).

El telégrafo llega, eso sí, con su propio contenido. Postman nos dice que el telégrafo introduce la irrelevancia y la incoherencia en el debate público. La telegrafía daba una especie de legitimidad a la idea de la información sin contexto. Además, esta información tendrá valor por su novedad (el factor tiempo se convierte en central), interés o curiosidad, más que por su verdadera función social o política. La información se convierte en un bien de consumo; y esta concepción de la información como negocio es la que origina la aparición de la prensa de masas, la prensa tal y como la conocemos hoy día.

Aquí me gustaría añadir algo de mi bolsillo. Lo que me sugiere Postman aquí, sin enunciarlo, es que tal vez lo que exige la conversación permanente no es la lógica del telégrafo, sino la lógica del sistema económico en el que nace: la obtención del máximo beneficio al capital invertido. Una vez montada la red telegráfica hay que sacarle rendimiento ¿no? Que no pare la música o, en palabras del poeta, “que no se rompa la noche, por favor, que no se rompa”.

Pero volvamos a las palabras del bueno de Neil.

“En primer lugar, aparecerá un volumen de información difícil de asimilar y que en su mayoría no nos afectará en absoluto en nuestra vida diaria. Pero tan o más importante que eso, la telegrafía hará que el discurso público sea esencialmente incoherente. Se crea un mundo de tiempo fragmentado, de atención fragmentada. Pasamos de unas cuestiones a otras con tal velocidad que apenas las podemos recordar, tanto menos analizar. La capacidad principal del telégrafo es la de mover mucha información a gran velocidad, pero no la de reunirla, explicarla o analizarla. Los mensajes son lanzados y substituidos a un ritmo vertiginoso”.

Esto Internet lo va a aumentar exponencialmente, multiplicando los emisores, con lo que el problema se vuelve más complejo.

Pero no nos adelantemos, primero llegará la televisión, que aún no ha sido destronada.

Aunque eso será otro día.

3 comentarios sobre “La tecnología no es neutral. Parte III”

  1. Fascinante. Se me ocurre una pregunta. Estos cambios tecnológicos relativos a la comunicación y a la transmisión de la información, ¿Han cambiado la manera que tenemos las personas de hablar en el cara cara? ¿Nos comunicamos estructuralmente de forma diferente en la calle, en los bares, en el trabajo?
    No busco el no a la respuesta, pero me gustaría, no sé porqué.

  2. Pues no lo se, es un buen tema de estudio. Sospecho que sí han cambiado ya que la base de la comunicación y el pensamiento es el lenguaje y lo aprendemos en la escuela, la calle y los medios. Y cada vez éstos últimos ganan terren respecto a los otros dos. Yo creo que éstos nos dejan s huella en las formas, tal vez tendemos a comunicarnos ‘más corto, más rápido, con menos matices’. Como nuestra percepción del tiempo ha cambiado, ahora ha que dialoga más rápido, com en la tele o en a radio. N se, tal vez antes, en medio de una discusión, se paraban cinco minutos a reflexionar, lo desconozco. Ahora, algo así ns parecería muy raro.
    Aunque hay que tener en cuenta que existen diferentes hablantes que usan diferentes niveles de comunicación.
    No estoy seguro si es el lenguaje el que crea la ideología dominante (el paradigma) o es lo segundo lo que crea la forma de lenguaje. O se influyen mutuamente.
    Para no enrollarme más, que me lío, sí pienso que los temas de fondo son los mismos de siempre. Cualquier película, novela, obra de teatro tiene de fondo un tema del que ya habían escrito los antiguos griegos. En esencia nuestro cerebro es el mismo de siempre ¿no?

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